martes, 12 de octubre de 2010

¿Por qué el camino en espiral?

La espiral es una forma que ha fascinado a los hombres desde el principio de los tiempos. Entre los vestigios de las primeras arquitecturas sagradas; las hermosas contrucciones megalíticas hechas con fines funerarios, se encontró la forma de espiral dibujada en sus muros, lo cual inviste a esta, aparentemente sencilla, figura en un símbolo mágico que llevamos desde siempre con nosotros desde y hacia la eternidad, incluso en la forma que pliega nuestras moléculas de ADN.



Los seres humanos nos hemos fascinado con las hermosas curvas de las espirales. Genios artistas y matemáticos se han obsesionado clasificándola, comparándola y midiéndola, logrando con fórmulas científicas definir la poesía de sus curvas, llegando con sus métodos a visualizar números con nombres elegantes y solemnes como; "El número de oro".
La ciencia nos brinda abstracciones maravillosas de la naturaleza que nos permiten, hasta cierto punto, emular la sublime realidad espiral de nuestro entorno disminuyendo a través de interfases digitales las brechas de sus metalenguajes al fascinante mundo del arte.
¡¡¡¡Gracias sistemas fractales por permitirnos y facilitarnos, a través de los sowfares, jugar con la belleza de las espirales!!



Lo fascinante de esta extrapolación de la elipsis es que la encontramos en elementos que son siempre variables, que crecen y que se mueven, se revuelven, vivos, cambiantes, cíclicos, que van y vienen pero ya nunca son los mismos.
Al dibujar una espiral hacemos un ciclo, volvemos aparentemente al mismo punto, pero no somos los mismos, hemos cambiado, hemos crecido, no podemos volver al punto de origen, incluso sucede que creemos que sí, pero no nos damos cuenta. Caminamos en movimientos radiales y es inevitable la evolución .



La espiral es el símbolo de la eterna impermanencia, del cambio. El cambio es un ciclo cuyo movimiento desde el centro hacia afuera lo hace siempre positivo,  crece, es infinito. Sólo basta con mirar alrededor; todo es espiral, todo es eneregía cambiante, los átomos, las moléculas, las caracolas, que en sus formas cavernosas nos traen la música de las espirales que abrazan las olas, hijas de las corrientes marinas que se encuentran y desencuentran fértiles de energía, con los vientos, los huracanes, el aire donde ocurren las migraciones de los pájaros que siguen a su vez el movimiento de rotación del globo terrestre que a su vez gira en torno al sol.



El sol es un enorme atleta que lanza inconmensurables martillos que parecen eternos si los comparamos con nuestra efímera existencia. Los planetas han girado en torno a su propio astro monarca durante miles de años, alejándose poco a poco del centro, y lo seguirán haciendo mientras dibujan hermosas espirales astrales. Así como los sistemas planetarios bailan formando espiralidosas galaxias, que giran en velocidades difíciles de dimensionar, tal vez en torno a una supuesta explosión o a algo que perdurará cuando ya no exista ni siquiera nuestra memoria como humanidad, cuando hayan pasado tantos años que no habrá computador o sistema matemático que sirva para abstraer la eternidad presente en un universo tan maravilloso que dibuja incansablemente espirales en todas las cosas existentes. Así como en éste texto trato humildemente de dibujar el primer paso a mi camino de espiral tratando de bailar una danza sincronizada con el mundo mientras guiño fugazmente el ojo a la eternidad.